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La ikurriña y otros inventos de Sabino Arana

Leído en http://www.abc.es/ el 8 de Mayo de 2016



«Me parece que es absolutamente lamentable y que necesita una rectificación urgente», clamó el lendakari Iñigo Urkullu. «El Gobierno vasco quiere expresar su indignación, su más profundo malestar y su protesta más enérgica», sumó su portavoz, Josu Erkoreka. La polémica solo duró unas horas pero fue intensa: la ikurriña, la bandera oficial del País Vasco, había sido incluida entre los emblemas prohibidos por el Festival de Eurovisión. Junto a símbolos como los que utilizan los terroristas yihadistas del Daesh. La rectificación y las disculpas acabaron llegando rápidamente, tras una oleada de protestas y muestras de rechazo de todo el arco político, nacionalistas y no nacionalistas.
Hoy -desde hace muchos años-, más allá del desliz de Eurovisión, que llevó demasiado lejas la interpretación de sus normas, la ikurriña es una enseña perfectamente asumida como propia por todos los vascos y, obviamente, absolutamente legal. Persiste, no obstante, una utilización por parte del nacionalismo, dado a exhibirla con profusión en sus actos. Al tiempo, no escasean las sentencias judiciales que obligan a instituciones, como Ayuntamientos, a reponer otra bandera, la española, en la fachada de los edificios consistoriales, por ejemplo. Recientemente la ikurriña ha provocadono pocas polémicas en Navarra, donde el nacionalismo, gracias a las nuevas cuotas de poder tras las últimas elecciones municipales, ha vuelto a hacer un uso político de la misma.
La ikurriña es, de hecho, un invento del nacionalismo. Más concretamente, del padre del PNV, Sabino Arana. «Arana fue un maestro en la creación de símbolos que sirvieron como señas de identidad de su movimiento», concede Santiago de Pablo, catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad del País Vasco en su libro «La patria soñada. Historia del nacionalismo vasco desde su origen hasta la actualidad».
Como bien recuerda el autor, hasta el nombre fue cosa suya. Como sucede a menudo en euskera, se trata a su vez de la fusión de dos palabras: «ikurra», que significa símbolo, y «ehuna», palabra vasca para tela. Concibió su diseño junto a su hermano Luis en 1894, y pretendía ser una enseña únicamente vizcaína, pero acabó extendiéndose a todo el País Vasco, para enfado del hermano de Sabino. Aunque esa es otra historia.

«Euskadi», incorrecto ortográficamente

«La ikurriña es sin duda el símbolo más exitoso» de todos cuantos maquinó Sabino Arana, pero ni mucho menos el único, como recuerda De Pablo. Sin ir más lejos, el término «Euskadi», que sirve para referirse en vasco a la comunidad autónoma, también salió de su mente. A finales del XIX el nombre que se utilizaba era Euskalerria, que acabó derivando en Euskal Herria, pero a Arana no le gustaba.
Probó primero con Euskeria hasta que optó por Euzkadi, con zeta. Como en el caso de ikurriña, se fusionan dos palabras: «euzko», que significa vasco, y el sufijo «di», abundancia de algo. Curiosamente, puntualiza el catedrático, dicho sufijo se utiliza solo para vegetales (véase «pagadi», hayedo), lo cual le granjeó no pocas críticas en su momento. Desde un punto de vista ortográfico, es incorrecto.
Prohibido hasta la Transición, cuando ya había mudado la zeta por la ese, y convertido en Euskadi, que lo abrazara el PNV provocó el mismo efecto que con la ikurriña: al final trascendió lo que no dejaba de sr un invento de Arana para respaldar su ideología y se aceptó por parte de todos. Aunque no todos, pues la «izquierda abertzale» siempre ha preferido Euskal Herria, cuyo significado político no es el mismo, pues rebasa el territorio de las tres provincias vascas.

Himno y hasta nombres propios

No quedó ahí la producción del prolífico Arana, que en 1902 compuso el himno vasco, el Eusko Abendaren Ereserkia, durante una estancia en la cárcel. Abrazado por el PNV, una vez más, con el tiempo, acabó adoptándose en toda la comunidad autónoma de forma oficial. Paradójicamente, carece de letra cuando lo que ideó Arana fue precisamente el texto y no la música, que ya existía y tomó «prestada».
Por último, y esto tiene una impronta aún mayor en el día a día, Arana se sacó de la chistera (o txapela) nombres propios con los que contrarrestar aquellos tradicionales que no le gustaba por parecerse demasiado al castellano. Por ejemplo: Pello o Peru, por Pedro, reemplazados por Kepa. A Arana se le deben nombres tan extendidos como Iker, Julen o Koldo, para hombre, y Miren, Edurne o Garbiñe para mujer.

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