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Cambio, progresista y sostenible

Hay ciertas palabras en la España actual sin las que uno no es nadie si no las tiene continuamente en la boca. Hable de lo que hable hay que colarlas como de rondón porque es una buena forma de quedar como un auténtico intelectual en cualquier conversación y, sobre todo, un intelectual de los que molan de los del lado bueno. Si hablas de política con algún amigo o conocido no tienes más que introducir, así como quien no quiere la cosa, la palabra cambio. "Si, este país necesita practicar políticas de cambio". Ya no hace falta que expliques qué tipo de cambios necesitas, tu amigo alucinará, te dará una palmada en la espalda y la ronda de cañas la pagará él seguro.

Pero si ya quieres que el amigo te pague también la siguiente, esa frase la conviertes en plural y le añades progresistas: "Si, este país necesita practicar políticas de cambios progresistas". Tu amigo pensará que está con la mano derecha del mismísimo Pedro Sánchez o Pablo Iglesias y, además de las cañas, te pedirá hasta una ración de boquerones.

El vocabulario lo es todo en la política actual española, da igual que no digas nada, lo importante es con qué palabras las adornes. Si ese amigo imaginario le remata la frase así: "Si, este país necesita practicar políticas de cambios progresistas con economías sostenibles", el amigo ya alucina. Le daría hasta el teléfono de su compañera de trabajo impresionante recién divorciada. Y al final es que no le ha dicho nada, simplemente le ha adornado la frase con dos o tres palabras de moda para, en definitiva, no decirle nada.

En estos días ha sido el debate para la fallida investidura de Rajoy. Tras muchos meses de playa, de silencio, de mucho chiringuito, mucha juerga y cero trabajo ha reaparecido Pedro Sánchez. Tras el debate fallido de Rajoy, Sánchez que se ve ya en plan estadista tipo Adenauer, ha soltado la siguiente frase: "propongo a los partidos del cambio la búsqueda de una alternativa al PP". Esto, traducido al español no es más que "a ver si nos juntamos unos cuantos y conseguimos echar a este".

Sánchez es el típico ejemplo de inútil y corto mental al que, de repente, le sonríe la fortuna. No tiene dos dedos de frente y consigue dirigir su partido, (¿a quién se la habrá...me callo). Consigue, elección tras elección, hundir más a su partido y ahí sigue. Con su peor resultado histórico tiene la gran suerte de ser necesario para gobernar. Pero lo  peor de todo no es eso, lo peor de todo es que encima todos los comunistas y antiespañoles le alegran la oreja. Y a él, que se lo tiene poco creído, todo eso le pone cachondo, pero el problema no es ese, el problema es que por mucho que lo intente no ha dejado de ser el cortito mental que ha sido desde el primer día. Ese es un gran problema, cortito mental y crecidito es la peor de las mezclas. Puede ser explosiva y acabar con todo. 

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