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España, país repleto de fariseos

No hay nadie más perfecto en el mundo que uno mismo para sí mismo. Eso es una realidad que por mucho que intentemos disimular delante de cualquiera es más que evidente. Nos gusta sacar punta a todo, pero a los de alrededor. Nos gusta cotillear, a unos más que a otros, y nos gusta sobre todo juzgar al de al lado. Que no nos enteremos de ningún error grave que haya cometido otro que le sacaremos punta hasta que el lápiz sea capaz de cortar un cristal. Es más, muchos leerán estas lineas y dirán para sí mismos, "pues yo no". Vale, pues tu no, pregúntale al de al lado, ya verás lo que te dice.

Todo esto se evidencia más desde el nacimiento de las redes sociales. Ahí es donde sale todo el mundo a darse golpes de pecho. ¿Que aparece un defraudador de Hacienda? Aparecerán cientos de miles llamándole de todo, porque ellos nunca han cometido ninguna irregularidad. ¿Que aparece una persona de éxito, con grandes logros en la vida? Que no le pillen en un renuncio público que llegarán los santurrones "perfectos" y saldrán a darse golpes de pecho poniéndole verde. Presumiendo de una perfección que seguro no tienen y que en la mayoría de las casos, para su fortuna, no se va a demostrar nunca.

En España, a pesar de lo que diga la ley, no existe la presunción de inocencia o, por lo menos, no para todos. Hay algunas personas a las que se les busca la culpabilidad continuamente y en cuanto se ve el más mínimo resquicio por donde atacarle a por él que van los "perfectos". Esos que viven a la puerta de los juzgados para ver quien es el acusado, o sospechoso, y ponerle de vuelta y media en el paseillo que tenga que hacer para asistir a cualquiera de sus vistas.

Una cosa es la crítica y otra el golpe de pecho. La Biblia es uno más de esos denostados libros por la nueva clase de "perfectos". Pero dice una gran verdad que ni siquiera el paso de los siglos ha conseguido contradecir nunca, "quien esté libre de pecado que tire la primera piedra". Pues eso, fariseos, menos golpes de pecho y más mirar vuestro ombligo. Mucho hablar, mucho gritar y mucho golpe de pecho, pero habría que ver lo que tenéis escondido cada uno de vosotros en vuestras vidas.

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