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Pijomunistas, los hechos son menos importantes que las contradicciones

Intentar pagar la menor cantidad de impuestos posible es algo lógico y normal. Nadie hace su declaración de la renta pidiéndole a su asesor que le busque la forma de pagar lo máximo posible, ese es un hecho evidente que no niega nadie porque hacerlo sería poco menos que estúpido. Yo abogo por un estado lo más pequeño posible, con una libertad absoluta para la iniciativa privada y con una carga fiscal lo más baja posible. Es decir, la mayor parte del dinero que se gana debe estar en el bolsillo de quien lo trabaja, trabajar más de seis meses al año para el estado es un robo a mano armada, que la socialdemocracia nos ha intentado camuflar con un supuesto estado de bienestar, cuando la realidad es que el problema es la mala gestión de ese dinero, o el robo evidente de quien lo gestiona.



El problema llega cuando no solo no criticas la enorme carga impositiva que todos tenemos, sino que la defiendes acusando a otros de pagar menos, sin pruebas, acusándoles de las deficiencias de los servicios públicos que el estado ofrece. El problema es cuando tomas iniciativas que venden bien pero que después se vuelven en tu contra. 

Javier Bardem ha sido siempre un tipo que se ha manifestado de esa forma, criticando recortes, criticando reformas laborales, mientras por un lado aplicaba esa reforma laboral en uno de sus negocios, o, como ha sucedido recientemente, ha sido condenado a pagar una multa de 150.000 euros por haber defraudado en algunas de sus declaraciones de renta. Lo criticable de Bardem no es la cifra de la multa o la gente afectada por su ERE, lo criticable es que critique eso de los demás, mientras él lo aplica para su propio beneficio.


Es la eterna contradicción pijomunista que estamos viviendo en los últimos tiempos. Los defensores de esos pijomunistas siempre utilizan la comparación con otros para defenderles. El problema no es que haya otros que defrauden cantidades mayores o apliquen ERE mucho más grandes en sus empresas, el hecho es criticarlo en los demás, mientras él hace lo mismo. El problema es la contradicción absoluta entre lo que dicen y lo que hacen, el problema es plantear un boicot a la Coca Cola, mientras a escondidas tú mismo te las bebes a pares. El problema es que esas contradicciones dejan en evidencia al protagonista, puesto que acaban demostrando que todo esto funciona como un negocio en beneficio propio. Es decir, hacer ese tipo de declaraciones vende muy bien y sitúan a quien las haga prácticamente en los altares, pero por otro lado demuestran que no están en absoluto de acuerdo con lo que ellos mismos dicen, cuando son los primeros en no cumplir esos "inalterables principios" que pregonan para otros. Fariseos.

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