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¿Cuantas formas hay de querer a un hijo?

Es posible que si digo que voy a escribir sobre el caso de la niña Andrea y sus padres y el deseo de estos que su hija sea desconectada, quien me lea, ya se prepare para una opinión sobre esa decisión. En primer lugar tengo que decir que me veo incapaz de opinar sobre eso, no puedo imaginarme, no me entra en la cabeza la terrible situación que tienen que estar atravesando esos padres para pedir a los médicos que desconecten a su hija de doce años y que la dejen morir. Muchas veces leo noticias como estas, o de asesinatos de niños e intento ponerme en el lugar de esos padres y he de reconocer que no puedo, simplemente admiro su entereza y yo me veo incapaz de, en su misma situación, actuar de la misma forma.

Hay veces que el amor a un hijo, o la generosidad de unos padres o también su falta de egoísmo es difícil de definir, este es, para mi, uno de esos casos. Y es así porque creo que en este caso salen a relucir todas esas virtudes que nadie sabe que están dentro de uno mismo y que salen a la luz cuando te conviertes en padre. Es muy difícil explicar que lo que están haciendo los padres de Andrea es, quizás, una de las más difíciles pruebas de amor por la que tenga que pasar una persona nunca. 

En esa prueba de amor hay también una gran dosis de generosidad y de falta de egoísmo hacia ella. Quien realmente está sufriendo los dolores y los padecimientos de su enfermedad es la niña, los padres están sufriendo por ella, pero ella está sufriendo también los padecimientos físicos. Sería mucho más fácil, quizás, para unos padres animar a su hija a luchar contra esa enfermedad y a intentar seguir viviendo pero, por lo que conozco de la noticia, esto no sería más que alargar el sufrimiento de su hija. Y ahí aparece, a mi modo de ver, la generosidad y la falta de egoísmo, el ser capaz de dejar morir a tu hijo para que no sufra, en lugar de intentar que sobreviva, a pesar de los sufrimientos. Al final Andrea, la pobre niña, no puede decidir sobre su futuro.

Creo que al que se le ocurriera los diferentes castigos que podría sufrir una persona este podría ser de los más duros, ver morir a un hijo y, no sólo eso, también verle morir sufriendo. La vida es bella, pero también es terrible, es como una manzana envenenada que, a pesar de su buen sabor, nos va a producir un terrible dolor de estómago. Parece que, unos más que otros, pasamos pruebas continuas para ver hasta donde somos capaces de sufrir poniendo a prueba no sólo nuestra capacidad mental o emocional, también nuestra capacidad física.

Los padres de Andrea es probable que pierdan a su hija y la vida les cambiará a partir de ahora. Con todo ese dolor que se tiene que padecer es lógico que se pregunten lo que muchos nos preguntamos muchas veces, no sólo por qué, también para qué. Preguntarse en estos casos cuál es el sentido de la vida suena hasta ridículo, si no fuera algo tan serio, porque si el sentido de la vida es pasar por lo que están pasando esa niña y esos padres, para mi no sería otro que ir descontando años hasta que llegue el final. Como he dicho antes algo bastante ridículo.

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